Con la edad aumentan las posibilidades de tomar decisiones autónomas y en libertad y con ello aumentan los temores porque tomar decisiones implica aceptar sus consecuencias.
Decidir suele costar, pero para avanzar es necesario hacer elecciones que implican a la “razón” y a la “emoción”. El pensamiento creativo puede ayudar. No todas las personas somos naturalmente creativas, pero todas podemos desarrollar nuestra creatividad en el sentido de ser capaces de resolver los retos que se nos plantean.
La toma de decisiones exige pensar y hablar de las “ventajas” y los “inconvenientes”, los “beneficios” y los “riegos” en cualquier ámbito de la vida. Ayuda el diálogo con otras personas, escuchar sus ideas, valorar el conocimiento que tienen y observar sus emociones (y lo que en ti provocan)
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