Las emociones pueden clasificarse de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, en agradables (como alegría calma, sorpresa, agradecimiento, seguridad, amor…) y desagradables (miedo, tristeza, ansiedad, enfado, culpa). Estas claves pueden ayudar a identificarlas. Porque, así, serás capaz de gestionarlas mejor.
Es un refuerzo positivo cuando algo sale bien. Algunos de los síntomas físicos que podemos sentir son: sensación general de bienestar, sentirnos con mayor ligereza, brillo en los ojos, sonrisa…
Aumenta la energía y los pensamientos positivos. Invita a compartir y a experimentar, nos hacer crecer y favorece la creación de vínculos.
Es una respuesta de protección para defenderte en situaciones que consideras muy injustas, que van en contra de tu bienestar o cuando sientes vulnerados tus derechos. Un síntoma físico que podemos sentir es la tensión muscular, que se nota fundamentalmente en la cara y extremidades…
Ayuda a poner límites, a decir no y a buscar las alternativas que mejoren esa situación que no nos hace sentir bien. Genera cambios.
Reduce nuestra energía. Algunos síntomas físicos pueden ser opresión en el pecho, ganas de llorar, cansancio, pérdida de apetito, las fuerzas, el impulso para hacer cosas… Nos ayuda a gestionar la pérdida y aceptar una realidad dolorosa.
Aparece cuando crees que vas a sufrir un daño. Y, por eso, chillas, corres… Puedes sentir algunas sensaciones desagradables o síntomas físicos como los siguientes: se acelera el pulso, sudor, temblores, sequedad en la garganta, dificultad para respirar, tensión muscular… Nos alerta ante un peligro o amenaza futura y nos ayuda a buscar protección. Nos retiramos o nos preparamos para afrontar esta situación.
Nos prepara ante amenazas, ayuda a que evitemos algo que pueda sentarnos o hacernos sentir mal. Es distinto en cada familia, grupo de amistades y en cada lugar, ya que lo aprendemos de quienes nos rodean.
Estas son sólo algunas del conjunto de emociones que nos permiten evaluar las situaciones, identificar qué nos importa, conocer cómo estamos, informar a los demás sobre cómo nos sentimos y qué queremos, aprender de lo vivido y tomar decisiones adecuadas a cada situación y momento.
La sorpresa, aunque se ha determinado como básica (innata y universal), es la emoción más corta, y aparece como combinación del miedo y la alegría. La sorpresa, sirve para orientar la atención, y poner el foco sobre lo que la estimuló.
Fuente imagen: Christophe Haubursin, VoxMedia.