Cualquier persona a lo largo de su vida está expuesta a acontecimientos que pueden generar estrés. Los factores estresantes pueden ser un acontecimiento que suceda una sola vez o que se repita, que dure poco o bien que se alargue en el tiempo, y unas personas pueden lidiar con el estrés más eficazmente o recuperarse de los acontecimientos estresantes más rápido que otras.
Puede que te vengan a la cabeza varias ideas cuando piensas en la palabra estrés. Y que lo hayas sentido en alguna ocasión, ya que:
En principio, el estrés no tiene por qué suponer un problema. A veces puede ser positivo ya que nos pone en alerta y nos ayuda a responder mejor a los desafíos. Sin embargo, debemos prestar atención a los cambios e intensidad de las emociones y a los síntomas que se expresan en el cuerpo como respuesta al estrés.
A veces aparecen las siguientes señales:
Señales de malestar emocional | Ansiedad o tristeza. Irritabilidad o ira constantes. Inquietud o angustia frecuentes. Cansancio. Verlo todo negativo. Preocupación excesiva. Apreciarse poco. Insomnio. Dejar las tareas sin terminar. Desconectarse de actividades o relaciones. Comer en exceso o en defecto. |
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Señales de tensión física | Sentirse con los nervios “a flor de piel”. Nudo en el estómago. Tensión muscular. Sudoración. Palpitaciones. Dolor de cabeza, cuello o espalda. |
Los malestares descritos suelen provenir de diferentes aspectos de lo cotidiano: una mayor carga en los estudios, un período de transición, una discusión con la familia o amistades, etc. Sin olvidar que existen otros factores ambientales y del entorno que nos afectan. Todos estos acontecimientos pueden tener un efecto acumulativo.
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Posibles causas de estrés:
Nuestra forma de pensar, sentir y afrontar la vida.
El estilo de vida que llevamos: un ritmo demasiado rápido, el exceso de actividades, la falta de actividades que nos gustan…
Situaciones previsibles y que se repiten: exámenes, entregas de trabajos, conducir, etc.
Acontecimientos inesperados o no deseados: un duelo por la pérdida de un ser querido, una ruptura de pareja, un cambio de residencia…
La buena noticia es que manejar el estrés es posible. Además, hay alternativas para afrontarlo adecuadas a cada persona. Lo interesante es conocerlas para poner en marcha la que más nos convenga.
Aquí dejamos algunos ejemplos que pueden resultar útiles para el manejo del estrés:
La situación continuada de estrés hace que tengamos que gastar más energía o que descansemos menos. Si se mantiene, a la larga puede afectar a la vida, la salud y el bienestar. Si la situación te está afectando, es importante no dejarlo pasar, comunicárselo a personas de nuestro entorno y pedir ayuda a profesionales de nuestro Centro de Salud si lo necesitas.
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